por Dr. Daniel Del Percio
Comprender la historia puede implicar, particularmente en épocas de crisis, concebirla como una paradoja, en donde la perplejidad y el asombro se vuelven heterodoxas herramientas de conocimiento. Acaso en esto pensaba Aristóteles cuando escribió en su Poética que la poesía es más filosófica que la historia, ya que la historia se ocupa de lo que sucedió, mientras que la poesía, de aquello que podría suceder.
Este concepto le otorga a la ficción literaria un papel relevante en la comprensión y en el análisis de los acontecimientos históricos: estudiar no sólo los acontecimientos en sí, sino sus posibilidades, complejo ejercicio contenido en la famosa pregunta “¿Qué hubiera pasado si…?” La idea presupone un problema tan inquietante como fundamental: ¿el presente contiene en sí mismo sus posibilidades no realizadas? ¿Qué presente obtendríamos si desarrolláramos algunas de esas alternativas? ¿Nos serviría este análisis para comprender el devenir de la historia? La polémica entre los partidarios de la historia contrafáctica y sus detractores, que la acusan de mero juego ficcional, sigue vigente.
Sin embargo, es indudable que estas preguntas plantean una convergencia entre la ficción y el método científico, en la que conviven tanto novelistas como historiadores. Desde el siglo XIX, cuando se plantea por primera vez este ejercicio en la obra del filósofo Charles Renouvier Ucronía, una curiosa novela-tratado filosófico en donde plantea que el emperador romano Constantino no se convierte al Cristianismo, hasta algunas realizaciones locales de escritores del siglo XX, como Angélica Gorodischer y Eduardo Goligorsky (su libro A la sombra de los Bárbaros retoma, en clave de ciencia ficción, la dicotomía Civilización o Barbarie, desarrollando el “triunfo” de la barbarie en un “ominoso presente-futuro”) se han escrito infinidad de obras ficcionales de estas características. Pero también ha sido tema de análisis por historiadores, como Niall Ferguson en el ámbito norteamericano y Juan Carlos Torre en el argentino.
La ucronía o historia contrafáctica posee temas magnéticos, que atraen a los autores con una fuerza especial. En el caso local, el peronismo y sus avatares, y la relación con Estados Unidos. En Italia, los futuros hipotéticos (y no tanto) del fascismo (especialmente, en las novelas de Giampietro Stocco Nero Italiano y Dea del Caos, contemporáneas del gobierno de Berlusconi). Y en el caso de Estados Unidos, hay dos particularmente irresistibles y, a la vista de los acontecimientos presentes, reveladores y convergentes: la posibilidad de un triunfo esclavista en la Guerra de Secesión, y la recurrente tentación del aislacionismo y de un gobierno ultranacionalista.
De las ucronías norteamericanas, las más famosas son “The Iron Dream”, de Norman Spinrad, “The Man in the High Castle”, de Philip Dick, y “The plot against America”, de Philip Roth, la más reciente de las tres (2005). Así como la novela de Spinrad plantea un Adolf Hitler que no se dedicó a la política (con lo cual la URSS concluye absorbiendo casi la totalidad del mundo, salvo Estados Unidos y Japón), y la de Dick, un siniestro triunfo del Eje en la Segunda Guerra Mundial, la obra de Roth desarrolla un hipotético gobierno republicano del aviador Charles Lindberg durante la Segunda Guerra Mundial, que devendrá aliado del Eje.
No son pocos los análisis del actual gobierno de Donald Trump desde la focalización que provee la novela de Roth. Sin embargo, uno constituye el dominio de la ficción, y el otro, de los hechos. En el presente, que jamás está determinado, ambos dominios se hibridan, al punto de que, en ocasiones, nos preguntamos cuán reales son los acontecimientos. Como si la novela de Roth nos permitiera excavar dentro de nuestro propio presente, y encontrar allí, debajo de la arcilla de los hechos, un núcleo de significado que el devenir de la historia y sus acontecimientos no han transformado. Una arqueología del hoy que nos invita a explorar el sentido de aquello que la ficción, también ella herramienta del saber, puede develar.
(*): Profesor de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo.